Fukushima y la demagogia pronuclear al descubierto
La catástrofe nuclear en Japón ha puesto en evidencia la falsedad implícita del viejo discurso pronuclear.
Para acceder a la basura informativa no hay que hacer ningún esfuerzo, basta conectar el televisor, donde se pone de manifiesto los enormes intereses económicos, políticos y estratégicos que están implícitos en la cuestión nuclear.
Por fortuna contamos con otras voces que no resulta tan fácil ocultar, como la de Eduard Rodríguez-Farré, radiobiólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas: “la preocupación es grave. La liberación radioactiva tiene consecuencias a corto y largo plazo que pueden generar tumores, problemas de tiroides o disminución de la inmunidad". Además ha avisado que el mayor problema es que dicha radiación pase a la cadena alimenticia.
Una civilización que se juega todo a la apuesta “lo improbable no puede suceder” – cuando lo improbable es una catástrofe de dimensiones apocalípticas- es una civilización enferma. Apuntaba Jorge Riechmann.
El hechizo nuclear
Desde sus orígenes, lo nuclear produjo una fascinación delirante. Sin embargo la energía nuclear no ha resultado más que una enorme fuente de desastres económicos, únicamente rentable en cortos periodos y principalmente por el hecho de haber sido subvencionada, tal como explica Marcel Coderch y Núria Almiron en su libro El espejismo nuclear.
Caso omiso de todo ello, los nuevos adalides de lo nuclear parecen no tener el tiempo necesario para documentarse lo más mínimo, requeridos como están por partiditas de pádel, paseítos en velero y cócteles de sociedad.
Desde principios de siglo asistimos a una fuerte ofensiva en todo el mundo del lobby pronuclear. Ellos apelan a argucias como la defensa del medio ambiente, o el calentamiento global para lanzar sus campañas con el atuendo de moda del momento.
Es necesario desmantelar el siglo XX
“Chernóbil era, quizá, la última advertencia de la que podíamos aprender, si es que ha de existir en el futuro una humanidad libre sobre una Tierra habitable” dijo Jorge Riechmann.
Ahora tras la catástrofe nuclear en Japón tenemos ante nosotros una nueva advertencia definitiva y tajante.
Es un hecho constatable por las observaciones de la NASA que el Sol ha entrado en un nuevo ciclo de actividad, aumentando la intensidad de sus explosiones, lo cual ha de seguir generando inestabilidad ambiental en nuestro planeta. El Sol expulsa partículas cargadas de electricidad que causan cambios en el campo magnético de la Tierra. En el año 1859 una de estas emanaciones solares quemó la línea de telégrafo en todo el mundo. Científicos apuntan a la posibilidad de que esto pueda reproducirse sobre las líneas eléctricas de nuestro planeta. ¿Qué pasaría si las 439 centrales esparcidas por el mundo se quedaran de repente sin energía para ser refrigeradas?
El uso de la energía nuclear es un camino que hoy sabemos que jamás debería haber sido andado. Por ello hoy es un camino a desandar. Se requiere para ello de esfuerzo, de recursos y de una coordinación política a nivel mundial jamás emprendida en nuestra historia. Así las cosas, este es el reto que tenemos por delante.
Javi Belda
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