24 marzo 2009

HOMENAJE A GANDHI


MEDIO SIGLO SIN GANDHI

ANTE LOS CHOQUES ARMADOS
INDIA-PAQUISTAN EN CACHEMIRA

Como una estrella silenciosa siguen vigentes las visiones humanitarias del apóstol hindú de la no-violencia
por Miguel Grinberg

Dijo de él un presidente de la India (S.Radhakrishnan): "Caminó a nuestro lado, nos dirigió la palabra, nos enseñó a vivir de manera civilizada. El que no ha sido injusto con nadie, no tiene por qué temer a nadie. Al no tener nada que disimular, nada le asusta. Puede mirar a todo el mundo a los ojos. Anda con paso seguro, con la frente alta. Es toda franqueza y lo que dice consigue su finalidad".

Hace medio siglo en Nueva Delhi moría asesinado Mohandas Karamchand Gandhi, padre espiritual y político de la independencia de la India. Durante el medio siglo precedente había promovido dos doctrinas para librar a su patria del dominio socio-económico de Gran Bretaña: la "ahimsa" y la "satyagraha".

"Ahimsa", es un concepto hindú traducido habitualmente como no-violencia y resume la vocación de respeto integral hacia toda entidad viviente, ya sea humana o animal, pues la vida es considerada como Una y Sagrada. Expandido y enriquecido a través de la historia, equivale a un estado moral que inhibe todo acto que pueda perjudicar a cualquier criatura.

Gandhi (1869-1948) no sólo llevó los principios de la "ahimsa" a su mayor expresión dinámica sino que la expandió hacia la "satyagraha" (sostenimiento de la verdad, resistir la ignominia mediante recursos no-violentos). Ambos términos aparecen en todo su activismo político-espiritual enfocado en la lucha contra el dominador británico de la India. Sus alocuciones, escritos y plegarias los invocaban sin cesar, como parte de una visión trasformadora de la realidad individual y social. En sánscrito, "sathya" significa "verdadero" y toda la existencia de Gandhi -- abogado de profesión, formado en Londres-- fue una batalla por la conquista de la verdad.

El "Mahatma" Gandhi, líder nacionalista y reformador religioso, recibió un gran impacto intelectual causado por la obra literaria del pacifista ruso León Tolstoi y por la esencia del pensamiento cristiano. La secta fundamentalista que decidió su eliminación no le perdonó que defendiera a los "intocables" (casta Sudra de la India, considerada "sucia" y con la cual todo contacto es una profanación, según las clases "altas" hindúes), que promoviera la elevación de la edad para el casamiento, o que proclamara el derecho de las viudas jóvenes a contraer matrimonio nuevamente.

La "satyagraha", decía Gandhi, "es la reivindicación de la verdad, no mediante el infligir padecimientos al contrincante sino sobre el propio ser". Tal activismo ascético exige ante todo un potente autocontrol, pues las "armas" que lo tornan "satyagrahi" residen en el alma. Es una herramienta pacífica: cuando las palabras no alcanzan para convencer o disuadir al adversario, se recurre a la pureza, la humildad y la honestidad. No se trata de comprimir, convertir o aniquilar al oponente, sino de "redimirlo del error mediante la paciencia y la simpatía". Hasta las últimas consecuencias.

Con sus prolongados ayunos (huelgas de hambre), con los actos de desobediencia civil frente a los soldados británicos o las fuerzas locales que cooperaban con el invasor (y el sobrellevar estoicamente la represión), o con el consejo de que los niños hindúes no asistieran a las escuelas inglesas, Gandhi corporizaba una integridad espiritual apuntada a vencer el mayor pecado de todos los siglos: la tentación del homicidio.

En vísperas de la Independencia de la India -- gestada, encarnada y universalizada por Gandhi en base a postulados no-violentos, lo cual le valió el calificativo de "Mahatma" ("magnánimo") -- una partición territorial entre hindúes y musulmanes desató una violencia masiva irracional que desembocó en el asesinato del "Mahatma", maestro de sabiduría y compasión.

En 1947 el gobierno inglés, anunció la división del subcontinente en dos estados diferenciados: la India para los hindúes, el Paquistán para los musulmanes. Gandhi comentó: "La partición es una tragedia espiritual. Treinta y dos años de trabajo han llegado a un final sin gloria". No hubo ningún mensaje suyo a la nación. Motines en Calcuta y sangrientos choques comunales lo indujeron a iniciar otro ayuno extremo de protesta. Tuvo efecto momentáneo. Lamentó las tremendas atrocidades cometidas por doquier. Migraciones descomunales (unos seis millones de
hindúes salieron hacia la India desde el Paquistán occcidental y unos seis millones y medio de musulmanes en sentido inverso) ensangrentaron la región, con medio millón de muertes.

Lo que más atormentaba a Gandhi eran los grupos étnicos que decidieron no abandonar sus hogares ancestrales, y se convertían en minorías amenazadas dentro de su "ex país". Sostuvo que el deber de ambos gobiernos era proteger a esas minorías.

Una vez concretada la autonomía política, Gandhi alcanzó a vislumbrar que su creciente fracaso político en la India "liberada" se debía a que sus seguidores no habían alcanzado la unidad interior que él había logrado. La presunta "satyagraha" de las masas era un espejismo: la veían como un recurso político para conquistar la unidad y la libertad, mientras él lo asumía como una conquista espiritual preliminar, un primer paso hacia un estado superior de consciencia.

La India fue proclamada república soberana en 1950 y el Paquistán fue declarado república islámica en 1956: sus choques bélicos por el dominio de la región de Cachemira se volvieron endémicos. Ambas naciones desarrollaron luego ambiciosos programas nucleares con auxilio tecnológico de las potencias enfrentadas durante la Guerra Fría.

An
te un mundo saturado de odio y falsedad, negador de la compasión y la tolerancia, el amor incondicional de Gandhi perdura como una de las más subversiva de las militancias. Decía: "Si el amor o la no-violencia no es la ley de nuestro ser, todo mi argumento se hace añicos".

2 comentarios:

adriana dijo...

Muy buen informe sobre este grande...gracias Paco...besoss
adriana
http://ununiversodecosas.blogspot.com/

PACO dijo...

Adriana, Gandhi se merece eso y mucho más y hablar de él regocija mi corazón; un modelo a seguir e imitar.
Saludos.
Paco