Echando un vistazo rápido al siglo XX, reconocemos muchos aspectos positivos del avance y la evolución de la mujer como persona y en la sociedad. Somos herederas de los esfuerzos de miles de mujeres que nos han permitido llegar hasta aquí. Estos esfuerzos hechos por otras mujeres no podemos olvidar que fueron realizados en una sociedad y un momento histórico que les determinaron en sus acciones y reivindicaciones. Había una fuerte diferenciación discriminatoria entre hombres y mujeres (de género) y la supuesta complementación que nos permitían, nos dejaba en una situación desfavorable. Era un sistema patriarcal, donde la autoridad la ejercía el varón; un sistema que intenta continuarse a pesar de los cambios externos realizados.
Hoy, la discriminación no parece tan radical, desde una mirada externa, pero si es mucho más sutil, además de afectar a todos nuestros ámbitos (familiar, laboral, de pareja, etc.) Hoy la fuerte violencia que impregna todo, nos tiene sometidos a la sensación de que nada tiene sentido, de que el futuro es tan incierto que proyectar algo hacia él resulta utópico. Hoy, la diversidad es folclore y las expresiones más profundas y revolucionarias son reprimidas, degradadas o ignoradas.
Desde nuestro punto de vista, ya no se trata de una confrontación de géneros, aunque existan temas puntuales y muy graves por resolver. Se trata de una transformación más profunda que nos incluye a todos los seres humanos y necesita surgir desde el interior de cada uno para manifestarse en el mundo.
Despertar el sentido de la vida para plasmarlo en el mundo. Recuperar la fe en nosotras mismas y en los otros, redescubrirse y redescubrirnos. Sentir que nuestros nuevos avances como mujeres, significan avanzar con los demás. Que la única posibilidad de evolución, es erradicar toda forma de violencia dentro de cada uno de nosotros y en el mundo.
ENCARNA ESCRIBANO
No hay comentarios:
Publicar un comentario