21 abril 2008

LA PLATAFORMA HUMANISTA CONTRA EL ABUSO DE PSICOFÁRMACOS EN NIÑOS

Merece la pena ver el video y leer el artículo, rescatado de la plataform humanista contra el abuso de sicofármacos en los niños. Lo que está pasando en EEUU es alarmante, ya no solo en Norte America sino en Europa, como también en España.

ES IMPORTANTE VERLO TODO EN ESPECIAL A LOS QUE TENEMOS HIJOS Y NIÑOS A NUESTRO ALREDEDOR.


PADRES, PROFESORES Y DIVERSAS ASOCIACIONES PROTESTAN CONTRA EL ABUSO DE PSICOFÁRMACOS RECETADOS A NIÑOS

l España ocupa el tercer lugar en el mundo en número de prescripciones de antidepresivos, ansiolíticos, etcétera, a la población infantil.

l Algunos países, como México, ya han decidido aplicar sanciones a los profesores que prescriban estos medicamentos en connivencia con los laboratorios farmacéuticos.

l La concentración está impulsada por la Plataforma Contra el Abuso de Psicofármacos en Niños, formada por asociaciones y organizaciones de diversa índole, así como padres, profesores y profesionales de la salud preocupados por el tema.

Una opinión desde la escuela: Maestras en educación infantil y educación especial

NO MATEMOS EL FUTURO: DENUNCIEMOS EL ABUSO DE PSICOFÁRMACOS EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

Motivos de alarma que emergen con fuerza en el aula y dificultan gravemente la evolución global del alumno. ¿Qué ocurre?

l Dispersión.

l Falta de atención continuada.

l Poca capacidad de esfuerzo.

l Inquietud.

l Irritabilidad

l Necesidad de ser el “príncipe” de la clase.

l Prioridad hacia la acción en detrimento de la actitud reflexiva.

l La cantidad de trabajo realizado impulsivamente por el niño, prima por encima de la calidad.

l El aprendizaje se canaliza hacia llamar la atención del adulto: pérdida del placer de aprender.

l Dependencia excesiva del alumno, pérdida de iniciativa y autonomía.

l Desorganización y falta de responsabilidad ante las tareas.

l Dificultad de aceptar y asumir las normas básicas.

l Actitud de prepotencia y desafío.

l Falta de respeto y de consideración hacia los profesores y adultos.

¿Por qué? Algunas de las posibles causas que las provocan e incentivan.

l Poca dedicación de tiempo de los padres hacia los hijos debido a la excesiva ocupación y las “prisas”.

l Demasiada concesión hacia la escuela de la responsabilidad de formación y educación.

l Falta de comunicación, cooperación, complicidad y coherencia entre padres y escuela.

l Dificultad del maestro para gestionar las actitudes especialmente “difíciles” de sus alumnos.

l Ofrecimiento de excesivos “premios” materiales, por parte de los padres, para compensar la poca convivencia familiar.

l Falta de límites y de referentes claros que el niño necesita para evolucionar.

l Pocos ratos dedicados a la comunicación (escuchar, dialogar…), al razonamiento y al afecto cotidiano que el niño necesita para alimentarse.

l En contrapartida, los niños están inmersos en:

1. Excesivas actividades y estímulos en soledad (tele, ordenador, “maquinitas”…)

2. Gran cantidad de información y poco diálogo para que el niño pueda seleccionar, comprender y ordenar en su mente todo lo que recibe.

3. Muchas actividades organizadas y poco tiempo para “aburrirse” y generar el deseo de imaginar, inventar, crear…

4. Demasiados juguetes, regalos… poco juego compartido con placer, falta de complicidad y de intimidad afectiva.

El niño está recibiendo en exceso estímulos materiales innecesarios y la “actitud difícil” que presenta es una demanda para cubrir sus necesidades afectivas básicas. La sociedad está enferma de mucho hacer y “poco vivir” y los más pequeños adolecen de ello.

¿Quién ayuda al niño a organizar y limpiar el embrutecimiento, el dogmatismo, las incoherencias con las que la sociedad le imprenga y le bombardea constantemente?

¿Quién estabiliza y da sosiego a la constante alteración que se le produce?

¿Cómo actuamos? Respuestas fáciles y negativas (salvo casos de dificultad real):

l La culpa es de los padres”

l “La culpa es de la escuela”

l “No puedo aguantar al niño”

l “El médico me ha recomendado: ansiolíticos, tranquilizantes o un medicamento para calmar al niño y centrar su atención…”

¿Cómo podemos actuar? Respuestas difíciles y positivas:

l Hablar cálidamente con el niño: verbalizar lo que le ocurre y procurar que se sienta aceptado y comprendido en sus dificultades.

l Valorarle los pequeños logros que realiza hacia su mejora de actitud.

l Ayudarle a rehacer una buena imagen de sí mismo: un niño inquieto o disperso… no es un “niño malo”.

l Hablarle en positivo y ofrecerle confianza: “sé que no quieres actuar así, voy a ayudarte a cambiar…”

l Quererle, abrazarle, acariciarle…: regalarnos y regalarle de forma intensa y consciente: ternura, sosiego y calma (cada día, aunque sólo sea durante poquito tiempo).

l No dar al niño “cosas materiales” antes de que las desee para calmar el sentido de culpa originado por la poca dedicación de tiempo y la pobre comunicación.

l Para educar, debemos buscar el equilibrio entre la autoridad (seguridad) y el cariño profundo.

l Debemos cuidar la esencia de la comunicación: los niños se impregnan de la agresividad, la rabia y el nerviosismo que perciben en los adultos.

l Aceptar que, las dificultades que el niño manifiesta son en muchas ocasiones, el reflejo de las incoherencias en un modelo de vida poco adaptado a él y de la actitud confusa que les ofrecemos:

1. El niño está tenso porque vive tensión a su alrededor.

2. El niño se mueve excesivamente porque los adultos estamos llenos de acción.

3. El niño busca ser el centro porque se siente sólo.

4. El niño no atiende porqué está demasiado pendiente de los mensajes excesivos guardados en su mente.

5. El niño actúa con agresividad porque la siente a su alrededor.

6. El niño se excede en su comportamiento porque debe realizar demasiadas actividades que no desea y le cansan en demasía…

Por tanto, los padres y educadores debemos buscar, en el lugar idóneo, orientación y guía para comprender y ayudar al niño (si es necesario a nivel de un profesional cualificado en psicología). Las actitudes estables, coherentes y positivas que recibe del adulto, son un modelo para la felicidad y la “buena conducta” de los más pequeños.

Sabemos que en el mundo actual es difícil dar al niño la estabilidad emocional profunda que precisa, pero debemos ser conscientes que ésta, es el primer eslabón necesario y básico para ayudarle a crecer en armonía. La falta de este compromiso continuado, genera la primera alerta… y entonces deberemos asumir que: EL NIÑO NO ESTÁ ENFERMO… ¡SÓLO PIDE LO QUE LE ES IMPRESCINDIBLE!

"El 99% de los niños españoles tratados con psicofármacos por hiperactividad "no están enfermos", según una psiquiatra"...

ACERCA DE LOS PSICOFÁRMACOS Y LOS NIÑOS

"El uso de psicofármacos en niños ha crecido de modo alarmante: El diagnóstico de niños hiperactivos e inatentos ha aumentado en un 9.000% en 7 años en Inglaterra, por ejemplo. La fabricación de anfetaminas ha pasado de 2 a 16 toneladas en 7 años y ya hay un mercado de anfetaminas en los colegios.

España ocupa el tercer lugar en el mundo en número de prescripciones de antidepresivos, ansiolíticos, etcétera, a la población infantil. Europa calcula que el 70% de los psicofármacos administrados no han sido previamente ensayados en niños, lo cual implica la posibilidad de efectos secundarios imprevisibles.

Los laboratorios farmacéuticos tienen un claro interés económico en medicalizar los problemas de la vida, y ahora ya existe un enfermo para cada fármaco.

Ya no es raro que los niños y adolescentes se vean abocados al consumo de “psicodrogas” para superar dificultades evolutivas comunes, que ahora son catalogadas de “trastornos de la conducta”. Esa supuesta sintomatología se obtiene diagnosticando como patológica la normal necesidad del niño de atención, movimiento, juego y habla. Los niños no pueden ser silenciados y paralizados sino a costa de su desarrollo físico, emocional e intelectual. Aunque al principio los psicofármacos funcionan aparentemente bien, tapando los “molestos síntomas”, a largo plazo reducen la inquietud y creación intelectual, generan bloqueo emocional y, en definitiva, disminuyen la necesidad y las ganas de vivir lo cual, en algunos casos, les lleva al suicidio o al asesinato en momentos de abstinencia o lucidez.

El consumo de drogas tantas veces usado para aniquilar la fuerza transformadora de las generaciones jóvenes, se ha institucionalizado a través de la popularización del uso de psicofármacos y diagnósticos que no dejan espacios para preguntarse en qué condiciones vive ese niño, o qué aprende en la escuela, o a qué sistema de relaciones hipócritas y violentas se ve sometido en la familia y el medio.

Los niños no sólo son el escalón más indefenso de la sociedad, sino también el más sensible. Los conflictos que ellos muestran traducen con precisión la violencia, la contradicción y la enfermedad social que les rodea, que nos rodea. Tapar con psicofármacos sus “síntomas” sin reflexionar sobre la violencia familiar, la frustración continua de una sociedad que pierde el espíritu corriendo tras el dinero es de ciegos."

"Los niños no son un colectivo de enfermos potenciales sino una parte de nosotros mismos como conjunto humano. La infancia reclama atención y una mirada humana y nos plantea la necesidad evidente de dar coherencia a nuestras vidas y a la sociedad."

Es necesario y urgente reflexionar y, además, tomar medidas.






SmileyCentral.com

4 comentarios:

BeTina dijo...

Paco!! Como siempre, la actitud simplista de solucionarlo todo con una pastilla para no "dar" el tiempo necesario y escapar a la verdadera responsabilidad que es consecuencia del verdadero amor.
Lo más difícil: desintoxicar nuestras emociones, para luego no seguir "intoxicandonos" con psicofármacos.
;-) Saludos desde la otra cara de la tierra:
BeT

PS: Los laboratorios obtienen sus recursos precisamente de eso... cuantos más enfermos más ventas (más dogadependientes) y más coimas para los gobiernos...una cruel realidad en un mundo donde el gran poder está en manos de fabricas de armas y laboratorios. Si logramos ser independientes emocionalmente, lograremos desvincularnos de esta cadena macabra.

Anónimo dijo...

Cuando se es niño, uno niño es.
¡Que pena, no poder otra vez niño volver a ser¡
Besos
Fali
www.elrincondefali.blogspot.com

Anónimo dijo...

Cuando se es niño, uno niño es.
¡Que pena, no poder otra vez niño volver a ser¡
Besos
Fali
www.elrincondefali.blogspot.com

rudy spillman dijo...

Paco, acabo de ver este impresionante vídeo. Pareciera que todos nos vamos acostumbrando a ser testigos de las situaciones más monstruosas, pero observar lo que ocurre con los niños en una sociedad que se supone civilizada y evolucionada supera todos los límites de comprensión.
Con tu permiso, me llevo este vídeo para publicar en "Libro Abierto".
Cualquier inconveniente, no tienes más que hacérmelo saber.
Un abrazo y muchas gracias por tu ininterrumpida preocupación.
Rudy